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Francisco en Wallmapu

El arribo del Papa está previsto para la mañana del miércoles 17 de enero a Temuco. La agenda del Sumo Pontífice en el país mapuche estará marcada por una misa multitudinaria en la Base Aérea Maquehue y un almuerzo con representantes mapuche.



Hay cierto nerviosismo con la visita del Papa Francisco a la Araucanía. Unos lo acusan de “cura rojo”, cercano a la opción preferencial por los pobres y demasiado crítico con las poco santas leyes del mercado. Lo ven, estos detractores, como una visita incómoda que pudiera reavivar el conflicto en la Araucanía con alguna salida de libreto en contra del sector empresarial y a favor de los mapuche. Me ha tocado oír comentarios de este tipo en Temuco. Siempre, por supuesto, en voz baja, casi como un susurro. No se vaya a enterar Diosito.

En el otro extremo hay grupos de interés que también observan con recelo su visita. Pasa con feministas, gays y víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia. Y también con sectores mapuche que poco y nada comulgan con el Vaticano y sus jerarcas. La Iglesia, esgrimen estos detractores, fue cómplice del sangriento colonialismo europeo en América. La cruz y la espada, juntos cabalgando desde el primer desembarco hace cinco siglos. Para nada se equivocan. Tampoco en otras críticas, menos coloniales y más contingentes.

Pasa que si bien el Reino de Dios no es de este mundo, si lo son sus tierras y propiedades en la región de la Araucanía. Pasa con el Seminario Mayor San Fidel ubicado en el sector Licanco, al sur de Temuco. Las tierras donde se emplaza son reivindicadas hace años por el lof Rofue. Lo mismo sucede con las tierras que el lof Mallecoche reclama de la Congregación Franciscana de Chillán en Bajo Malleco, comuna de Collipulli. No hablamos del período colonial. Son conflictos de hoy en la zona mapuche. Noticias literalmente en desarrollo.

En ambos reclamos la Iglesia y sus representantes locales poco y nada han seguido las enseñanzas de Cristo. En especial aquellos pasajes que predican sobre la misericordia y el perdón. En Licanco y Bajo Malleco violentos desalojos policiales han sido la tónica hasta el día de hoy. Represión y cárcel para los ocupantes, uno de ellos un joven machi de gran ascendencia en el mundo activista. No son pocos los que relacionan la quema de templos con la tozudez de la Iglesia de no ver esta inmensa viga en el ojo propio.


¿Qué puede esperar el pueblo mapuche de su visita? Me atrevo a adelantar que palabras de profundo afecto y solidaridad con nuestras aspiraciones, tal como ya aconteció con Juan Pablo II en su histórica visita del año 1987 en Pampa Ganaderos.

Pero Jorge Mario Bergoglio no es cualquier Papa. Y su visita puede sorprender a detractores de uno y otro bando. Jesuita de formación, durante sus casi cinco años encabezando el Vaticano ha sido uno de los Pontífices más políticos que ha tenido Roma. De estilo deslenguado y directo, jamás ha eludido temas que sacan ronchas al interior y fuera de la Iglesia. Por su espíritu reformador hay quienes incluso lo comparan con Juan XXIII, “el Papa bueno”, responsable del inconcluso Concilio Vaticano II de 1959, todo un terremoto al interior de la conservadora curia romana.

¿Qué puede esperar el pueblo mapuche de su visita?

Me atrevo a adelantar que palabras de profundo afecto y solidaridad con nuestras aspiraciones, tal como ya aconteció con Juan Pablo II en su histórica visita del año 1987 en Pampa Ganaderos. Wojtyła no nos conocía y sus palabras fueron un ferviente llamado a seguir luchando por nuestra cultura, identidad nacional y territorio. Bergoglio no solo nos conoce; en su propia argentinidad reconoce el acervo cultural mapuche. “Soy totalmente argentino, como en el chiste; argentino-gallego, argentino-italiano, argentino-guaraní y argentino-mapuche”, una de sus frases favoritas según sus biógrafos.

Pero la cercanía del Papa con las naciones originarias lejos está de ser solo una salida ocurrente.

“Los pueblos indígenas debiesen tener la última palabra sobre su territorio... el problema principal está en cómo conciliar el derecho al desarrollo, incluyendo también el de tipo social y cultural, con la protección de las características propias de los indígenas y sus territorios”, señaló en 2017 de visita en Chiapas. “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras. ¡Perdón, hermanos!”, agregó entonces el pontífice.

Dos años antes, en Santa Cruz de la Sierra, fue todavía más lejos en su apreciación del tema. Y en su autocrítica.

“Aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que cuando el papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la propia Iglesia”, señaló en su discurso el segundo día de visita. “Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”, agregó. “Quiero decirles, quiero ser muy claro: pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes durante la llamada conquista de América”, fueron sus palabras. Es el estilo de Francisco, un Jefe de Estado y líder religioso de alcance global que de seguro dará que hablar.




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