Los crímenes de tres funcionarios policiales a manos de delincuentes han instalado el tema de la seguridad pública y la labor de Carabineros en la agenda nacional. Aquí la mirada de un especialista.
De lo mucho que se ha escrito y dicho en las últimas semanas sobre Carabineros de Chile y la crisis de seguridad que vive el país —convengamos que un verdadero carnaval de declaraciones y algunas francamente para el olvido— tal vez la opinión más interesante ha provenido de un alto oficial en retiro y actual académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, el coronel Daniel Soto. En entrevista reciente con La Segunda el también abogado y experto en materias de seguridad puso varios puntos sobre las íes.
Lejos de aquellos vociferantes que claman por desregular el actuar policial, aumentar sus atribuciones en el uso de la fuerza e incluso tender un manto de impunidad a posibles actuaciones pasadas reñidas con la ley, Soto apuntó, en primer lugar, a la responsabilidad del Alto Mando de la institución por la crisis de legitimidad pública que los afectó en los últimos años. He allí, señaló, el origen de muchos de los problemas que enfrentan hoy sus funcionarios en la calle, el principal de todos la inseguridad para el cumplimiento de su labor.
Pasa que rápido parecen haberse olvidado casos como el megafraude en la institución —el llamado “PacoGate”— y su consiguiente desfile de generales y coroneles por los tribunales de justicia. También escándalos operativos como la Operación Huracán, montaje acontecido en La Araucanía y que tiene imputados nada menos que al entonces Jefe de Inteligencia de Carabineros, además de otros altos oficiales, mandos medios y funcionarios por una serie de graves delitos contra la fe pública. También a civiles como el excéntrico profesor Smith, personaje digno de comedia y del cual nunca más se supo.
“La perdida de legitimidad de Carabineros se ha producido no por el trabajo de los funcionarios que están en la calle, sino por una mala gestión del alto mando. La crisis de desconfianza va de la mano del Pacogate, de la Operación Huracán, el caso Catrillanca y el fraude de los gastos reservados. Esos casos hicieron que los carabineros perdieran seguridad en las calles”, señaló el oficial en retiro. Como consecuencia de ello “hoy vemos reacciones violentas que pueden afectar su vida porque hay menos respeto y colaboración de la ciudadanía con la autoridad”, agregó en abierta crítica de la conducción de los altos mandos policiales.
No son nuevas leyes las que protegerán a Carabineros de la delincuencia o el crimen organizado, aclaró, si no una mejor formación, entrenamiento y equipos acordes a los desafíos actuales. En esto último, advierte el académico, la crisis es total. "Hay un entrenamiento deficiente, casi inexistente, además de formación irregular", señala.
¿No es culpa entonces del llamado“perro matapacos” o del octubrismo como denuncian algunos a coro? A su juicio, para nada. “Muchas de las referencias a la autoridad policial [en el estallido social] eran parte de un cuestionamiento al Estado, mucha de la iconografía octubrista alude a la policía con el propósito de cuestionar al poder más que a Carabineros. Entonces no creo que el perro matapacos incite a matar Carabineros, aunque por supuesto no falta el pelotudo que se lo toma literal”. Según el académico, el estallido social pilló a Carabineros "sin equipamiento ni entrenamiento y con armas letales [escopetas] que eran tremendamente dañinas", escenario propicio para la tragedia que finalmente aconteció.
Tampoco se trataría de resolver la actual crisis de seguridad con nuevas leyes y mayores atribuciones para las policías como suponen parlamentarios y alcaldes en vergonzosa precampaña presidencial. “La ley Nain-Retamal pone la carreta delante de los bueyes. Primero deberíamos saber cuáles son los criterios para emplear la fuerza en el cumplimiento del deber. Luego debiéramos ser capaces de medir el uso de la fuerza para saber cuándo está bien y cuando está mal, no podemos partir imaginándonos que siempre se hará correctamente. Se requiere entrenamiento, supervisión y reportes, eso da protección al funcionario y legitimidad a la institución policial”, advirtió.
A juicio del ex alto oficial, es una mejor formación, un entrenamiento adecuado y equipos acordes a los desafíos actuales lo que protegerá a Carabineros. En esto, advierte Soto, la crisis es total. “Hay un entrenamiento deficiente, casi inexistente, además de formación irregular en los contenidos porque hay distintas escuelas de formación a lo largo del país y no son uniformes en lo que enseñan, además la dedicación hacia los temas policiales es menor que el enfasis que se le da a la instrucción militar”, puntualizó. “Cuando el carabinero egresa no tiene competencias suficientes como agente de policía y el déficit más grande es en las técnicas de uso de la fuerza: defensa personal, uso de armas de fuego o abordaje de vehículos”, concluyó.
Es la lúcida voz de alguien que estuvo 26 años en Carabineros y, lo más importante, que no busca votos ni menos acarrear agua para su propio molino. Escuchémoslo.
Una perspectiva equilibrada, de alguien que conoce a fondo el asunto. Estoy totalmente de acuerdo con este planteamiento.