La semana recién pasada, en el Centro de Estudios Públicos, se realizó una tertulia donde los periodistas y escritores, Pedro Cayuqueo y Guillermo Parvex, charlaron sobre divulgación histórica.
El pasado jueves fui parte de una interesante tertulia sobre literatura y divulgación histórica junto al destacado escritor y periodista Guillermo Parvex en el Centro de Estudios Públicos (CEP) de Santiago. La excusa fue mi adaptación literaria de la obra Cautiverio feliz, aquel clásico de los tiempos coloniales escrito por el capitán español Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, y que relata su extenso cautiverio en manos de los mapuche en la primera mitad del siglo XVII, plena Guerra de Arauco. Publicado por Editorial Catalonia el año recién pasado, es un libro que ya acumula tres ediciones y que recientemente fue seleccionado por el Estado para su distribución en las Bibliotecas Públicas de todo Chile.
Memorias de un diálogo extraviado fue el título del evento en el CEP y que contó con un importante marco de público, prueba de un interés ciudadano siempre vigente por la historia nacional y que trasciende las modas editoriales. No fue al azar la elección del nombre. Si algo caracteriza a este clásico de la literatura castellana en América, publicado originalmente en Perú el año 1673, es precisamente el diálogo que su autor, un oficial de los ejércitos reales, pudo sostener con las jefaturas mapuche que lo capturaron en la batalla de las Cangrejeras en 1629. Y a través de ese diálogo, que fue intercultural, aprender de sus enemigos y entender sus razones.
Fue lo que hicimos con Guillermo Parvex, dialogar sobre este fascinante relato y también sobre el oficio de la divulgación histórica que ambos hemos abrazado como escritores: por mi parte con la saga Historia secreta mapuche (2017), Cautiverio feliz (2023) y una adaptación en desarrollo de La Araucana de Ercilla, y en el caso de Parvex con su best seller Veterano de tres guerras (2014), y particularmente su brillante trilogía sobre la invasión chileno-argentina del Wallmapu: Frontera Sur (2021), Invasión del Gulumapu (2022) y Asalto Final (2023), novelas históricas que recomiendo a todos.
¿Por qué traer al presente un relato de los siglos coloniales?, fue la pregunta con que nuestra amiga Javiera Parada, coordinadora de Arte y Cultura del CEP, abrió el conversatorio. Y la respuesta, de mi parte, fue que hoy, tal vez más que nunca, necesitamos volver la mirada hacia nuestro pasado común para sacar lecciones y generar aprendizajes. Y si algo nos regala generosamente Pineda en su obra son lecciones sobre cómo enfrentar las controversias y conflictos que persisten en nuestra región, lecciones “para el buen gobierno” como les llama. Éstas dicen relación con lo valioso de conocer al otro, dejando de lado prejuicios arraigados, y a partir de ello dar con la tecla correcta para poner fin a aquella Guerra de Arauco “costosa e inacabable”.
¿Por qué traer al presente un relato de los siglos coloniales?, fue la pregunta con que nuestra amiga Javiera Parada, coordinadora de Arte y Cultura del CEP, abrió el conversatorio. Y la respuesta, de mi parte, fue que hoy, tal vez más que nunca, necesitamos volver la mirada hacia nuestro pasado común.
Parvex, un estudioso de la historia de Chile, no pudo sino concordar.
“Es super importante ver cómo un oficial español pudo descubrir las virtudes que tenían los mapuche y también las verdaderas razones de la Guerra de Arauco: la codicia de los españoles, no siendo los mapuche sus responsables como eran acusados. Es lo que Pineda informa al Rey de España a modo de denuncia en su libro”, subrayó. “Ese cambio de mirada del cautivo es una valiosa lección para todos. Yo, por ejemplo, era de una visión muy tradicional del pueblo mapuche, la que nos enseñaron a todos en la escuela: que el mapuche era bárbaro, que no tenía mayor desarrollo cultural, económico, etc, y eso ha cambiado en mí fruto de las propias obras de mi amigo Pedro. Nunca es tarde para cambiar la mirada cuando uno está equivocado”, agregó Parvex.
Hacia mediados del 1600, ¿cuál fue la tecla que permitió a los españoles destrabar aquella guerra que a España le consumía en el Reino de Chile "la flor de sus Guzmanes"? Lo relata Pineda y Bascuñán en su obra: la política de los parlamentos, aquellos célebres tratados diplomáticos hispano-mapuche que parten en Quilín en 1641 y que se prolongan hasta Negrete (1793) en los tiempos del Gobernador Ambrosio O'Higgins, por lejos el más destacado impulsor de dicha política en las postrimerías del colapso español. Fue lo que el cautivo observó en el gobierno y "modo de hacer las cosas" de los mapuche; que sus controversias y conflictos, incluidas las guerras internas, eran debatidas en grandes juntas que asemejaban al Senado de los romanos. De bárbaros y salvajes, nada, es lo que concluye nuestro protagonista.
Los próceres de la joven República de Chile no eran ignorantes de ese apego cultural a la diplomacia de los mapuche. Tanto Bernardo O'Higgins como José Miguel Carrera eran hijos de altas autoridades españolas, nada menos que del ex Virrey del Perú el primero y de un aristócrata jefe militar el segundo. Lo mismo sucedía con Ramón Freire, quien siendo Director Supremo abogó y se comprometió, en 1825, con la firma y ratificación del Tratado de Tapihue entre el Estado y las jefaturas mapuche. Fue la última vez que Chile parlamentó en serio con nuestro pueblo, hace casi exactos doscientos años. "Tapihue no fue un tratado menor ni un acuerdo comercial, para mí es el reconocimiento de un Estado mapuche, de una nación distinta. Es un tratado trascendental, no derogado hasta la fecha y que incluía aspectos comerciales, de jurisdicción, incluso de asistencia militar en caso de agresión extranjera", señaló Parvex.
¿Para qué sirve la historia? Precisamente para esto, para aprender y sacar lecciones. La tertulia completa ya está disponible en YouTube, les doy el dato.
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