El libro de Pedro Cayuqueo que nos convoca hoy se los presentaría de la siguiente manera. Tiene cuatro vertientes o temas que se entrecruzan y se entrelazan en las distintas columnas. Estos temas son la historia personal de Pedro, su memoria y recuerdos, quizás la parte más literaria del libro, de pronto la que a mi más me seduce como lector literario.
Es donde aparece siendo perseguido a través de los campos por este patrón de fundo con el poncho negro, arriba de su caballo, siendo Pedro un niño, poco menos que arreado. Son los recuerdos del terruño y de esa tierra de sus mayores, en la comunidad. También y muy principalmente son los recuerdos del abuelo, del abuelo Alberto, que le contaba cosas cuando Pedro era niño, cosas que son determinantes para la historia actual y el conflicto presente.
Una de las cosas que Pedro destaca varias veces y explica en sus columnas es que ya en la memoria y en las vivencias de su abuelo está la "Pacificación de la Araucanía", la mal llamada "Pacificación". Es decir, no hablamos de 500 años atrás.
Ya en la memoria del abuelo está el relato del despojo, de cuando los mapuches dejan de ser una nación independiente, que se entiende de manera diplomática con el Estado de Chile y pasa a ser un pueblo sometido a leyes ajenas, de otro país. O sea, hablamos de un conflicto y de una historia reciente. Esta es la historia personal, literaria, además el abuelo funciona a ratos como un ser casi mítico, un personaje que se hace querible y del cual uno, como lector, quisiera saber más.
Después hay una vertiente histórica, donde Pedro mete la historia de su pueblo y la contrapone con la historia de Chile. Y constantemente contradice las versiones oficiales que a todos nosotros nos enseñaron en el colegio y que, supongo, a él también, respecto de cómo fueron las cosas.
En tercer lugar está la denuncia periodística, porque Pedro es periodista y uno muy bueno. Y en esta parte del libro están todos los abusos que han sucedido en el último tiempo, contados de manera cronológica y que muchos fuimos leyendo en su minuto cuando salían en las páginas del The Clinic. Estas columnas tienen que ver con los crímenes de jóvenes mapuche que se han cometido, con la aplicación de la Ley Antiterrorista, con las huelgas de hambre, con todo lo que las comunidades han debido hacer para que sus demandas sean escuchadas.
Y en cuarto lugar, hay una visión política de Pedro. Él podrá decir que poco y nada tiene que ver con la militancia política en los partidos chilenos, pero me resulta muy evidente que tras su discurso existe una propuesta política que además, para peor de las vergüenzas, la suscribo plenamente.
La visión política que plantea en su libro y en su discurso tiene mucho que ver con las demandas que están circulando en Chile en el último tiempo, en las calles con los movimientos sociales, en las marchas de todo tipo y en las conversaciones que se están dando fuera de las anquilosadas mesas del poder.
Esta visión tiene que ver con el respeto al otro, tiene que ver con la posibilidad de entrar como sociedad en diálogos más igualitarios, con la posibilidad de escuchar mas allá de los prejuicios, con reconocer en el otro a un otro y no hacer del otro algo igual a mi mismo, tiene que ver con desafíos pendientes del Chile actual, con la descentralización, con el respeto a las distintas comunidades, a la manera de ser, etc.
La visión política que plantea en su libro y en su discurso tiene mucho que ver con las demandas que están circulando en Chile en el último tiempo, en las calles con los movimientos sociales, en las marchas de todo tipo y en las conversaciones que se están dando fuera de las anquilosadas mesas del poder.
En el fondo, tiene que ver con lo medular de este libro de Pedro Cayuqueo. Esto es que los mapuches son un pueblo, una cultura, un pueblo que quiere y merece ser escuchado y respetado, un pueblo que tiene tradiciones, pasado, una lengua y un territorio, que no es lo mismo que "terreno".
Yo creo que allí hay un punto no menor. Hoy cuando se habla de entrega de tierras pareciera que sencillamente se habla de metros cuadrados. Cuando se habla de territorio hablamos del espacio físico, vital de un pueblo, el mismo que fue atropellado en el gobierno de Frei cuando se construyó la represa Ralco en el Alto Biobio y se inundó, con total desparpajo, un cementerio indígena.
Esa falta de respeto, esa incapacidad de dialogar, ese no entender que el otro es un igual, esa costumbre tan chilena, tan clasista y tan fascista de ver en el otro a un inferior, de ver en el que tiene la piel mas morena a alguien menos respetable, menos inteligente y menos sofisticado.
Esa costumbre tan vulgar de pensar que solo lo que come uno es lo fino y lo que come el otro es lo ordinario, que la ropa de uno son las delicadas y las del otro son vulgares, cuando en unas hay historias y en las otras no hay mas que la compra en un mall, es lo que nos queda como tarea para este país y que Pedro manifiesta de manera inteligente, informada, leída, con una voz que no pretende ser primitiva, sino todo lo contrario, universal, con lecturas que son las que compartiría cualquier persona de cualquier parte del mundo. Esa mezcla de factores es lo que hace de "Solo por ser Indios" un libro necesario, ilustrativo y que todo el que lo lea no se arrepentirá. Yo aprendí mucho.
Por Patricio Fernández
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