Ante el incremento del conflicto y el evidente descontrol gubernamental, surge la propuesta de una mediación internacional. Es una idea que gana adeptos en el sur.
La propuesta la hizo el senador Francisco Huenchumilla: recurrir a Naciones Unidas para acercar a todos los actores involucrados en el conflicto y encontrar un mínimo consenso para el diálogo y una posible mediación internacional. “Deberíamos recurrir a la ONU, pedirles que nos mande negociadores de alto nivel y puedan sentar a la mesa al Estado, los mapuche, agricultores y forestales”, señaló el legislador.
Su llamado —que no es otra cosa que reivindicar la política como herramienta de resolución de conflictos— coincidió con una agudización del problema, el incremento de la violencia rural y un evidente descontrol gubernamental, el peor escenario en mucho tiempo a juicio de diversos analistas. Habría que poner atención a su idea.
El gobierno es tal vez el actor más deslegitimado de todos.
Poco y nada pasó con el acuerdo nacional por La Araucanía convocado por el primer mandatario en febrero pasado. Pasa que los “acuerdos nacionales” se caracterizan por abordar temas sustanciales, lo contrario a lo propuesto por Sebastián Piñera en aquella cita: un acuerdo centrado exclusivamente en seguridad pública para reforzar el mismo camino represivo e ineficaz de siempre.
La contención policial del conflicto es un camino fracasado y plagado de chambonadas, como la salida del ex delegado para la Macrozona Sur, Cristián Barra, tras sus polémicas declaraciones a Reportajes de El Mercurio. En su reemplazo llegó el abogado Pablo Urquízar. “El primer objetivo es que la violencia sea condenada por todos los sectores políticos”, agregó tajante en su primera entrevista pública.
Pues bien, la condena a la violencia —que algunos exigen con enfermiza obcecación— es probablemente la liturgia más improductiva e ingenua de todo el conflicto. Hoy por hoy, nada resuelve. Me consta que ni siquiera sirve como un mantra. Es menos útil que el propio “delegado presidencial”, un cargo sin poder político real y dudosas atribuciones, un verdadero perro verde en la administración del Estado.
Barra debió renunciar tras criticar el pasivo rol de las Fuerzas Armadas en Wallmapu. Los militares no hacen caso y llegan con abogados a las reuniones, denunció molesto. Tras su destemplada queja era imposible no advertir el diagnóstico que los propios halcones de La Moneda hacen del conflicto y rol de las Fuerzas Armadas. Barra, créanme, también hablo por ellos. Por eso no cayó en desgracia: rápidamente se acomodó en otro cargo.
La contención policial del conflicto es un camino fracasado y plagado de chambonadas, como la salida del ex delegado para la Macrozona Sur, Cristián Barra, tras sus polémicas declaraciones a Reportajes de El Mercurio.
¿Qué hacer entonces? Hay estadistas como Huenchumilla que hace años proponen un abordaje político distinto, un sabio Plan B: acercar posiciones, gestar confianzas entre las partes, diálogo sin exclusiones y negociación para una salida política a la crisis que enfrentamos. Dicho de otro modo: un necesario proceso de paz y de reconciliación en las regiones del sur. Es un camino que de a poco gana adeptos.
“Alguien dijo: Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. La historia es generosa en ejemplos donde líderes visionarios cambiaron de estrategia. Para la solución de los temas de fondo debiéramos buscar fórmulas fuera de la caja y ante ello, ¿por qué no apostar al diálogo con todos los actores, que incluya a los que están por el camino de la violencia? ¿No fue así en otros conflictos?”, se pregunta el general (R) Eduardo Aldunate Herman en reciente carta a La Tercera.
Aldunate, ex comandante militar de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), sabe de lo que habla. En sus periódicas cartas a los medios siempre subraya el abordaje político como el camino a seguir, desechando aventuras militaristas. “Lo ideal es solucionar el conflicto pacíficamente, mediante acuerdos razonables y justos que tiendan al bien común”, subrayó hace poco. Integral y lúcida mirada la suya.
Otro que también sabe de lo que habla es el vocero de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), Héctor Llaitul Carillanca, un actor político ineludible en toda esta trama.
“El señor Huenchumilla dijo algo que, a nuestro juicio, no fue una arrancada de tarros", señaló a CHV Noticias en días recientes. "Estamos dispuestos a buscar algún tipo de solución a este conflicto histórico con garantes u observadores en la línea de la ONU o algún organismo internacional de tipo imparcial que nos dé garantías de hablar temas sustantivos como territorio y autonomía", agregó.
Vuelvo a preguntar: ¿Acaso seguiremos haciendo lo mismo?
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