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Racismo judicial

¿Es idea mía o al sur del Biobío la presunción de inocencia es solo una curiosa idea progre posmoderna? ¿Por qué la inocencia que se presume de políticos y empresarios ante cualquier acusación penal en el caso mapuche brilla por su ausencia?



Hablemos de la Operación Tauro. Así bautizó Carabineros una operación de inteligencia para desbaratar una supuesta “escuela de guerrillas” en las comunidades mapuche de Ercilla.

En enero de este año hubo violentos allanamientos y detenidos en cuatro regiones. Se logró la incautación de armas largas y cortas, incluidos modernos fúsiles de guerra expuestos en una concurrida rueda de prensa. Solo había un pequeño detalle: se trataba de armas de plástico, de juguete. Tal como lo leen.

El arsenal trataba de réplicas para practicar airsoft, deporte que cuenta con decenas de clubes en todo Chile y cuyos implementos se venden libremente por internet, no siendo necesario encargarlos a Siria o Colombia. Aun así, uno de los detenidos, el dirigente mapuche Hugo Melinao Licán, fue acusado de formación de milicia privada, tenencia ilegal de armas y otros graves cargos. Y encarcelado ipso facto, sin posibilidad de otra medida cautelar.

Esta semana Melinao fue llevado a juicio oral. Y, finalmente, solo por una vieja escopeta de caza hallada en su casa, similar a la que muchos campesinos usan para espantar zorros y peucos.

¿Resultado del juicio? El dirigente fue absuelto por la unanimidad de los jueces y dejado en libertad. Pero la delirante acusación de los fiscales lo tuvo ocho meses preso en la cárcel de Angol. Ocho meses alejado de su comunidad y familia. También de su rol público.

Hablemos de la Operación Huracán. Un nuevo operativo de “inteligencia policial”. Nuevas acusaciones en primera plana. Y nuevos mapuche detenidos que pasarán tal vez un año o más tras las rejas antes de que un trío de jueces evalúe la seriedad del trabajo de policías y fiscales. Pero poco importa. Para el Gobierno, gremios y la derecha el caso está más que resuelto: los supuestos terroristas del wasap son culpables. No tienen dudas al respecto.

“El fiscal no decide si hay o no culpabilidad, presenta pruebas a un juez, quien es el encargado de evaluar los antecedentes”, escuché decir esta semana a Francisco Undurraga, presidente de Evópoli, en entrevista con CNN Chile. Undurraga no se refería a los mapuche detenidos en la Operación Huracán. Tampoco al ciudadano Hugo Melinao, a quien el Estado privó injustamente de su libertad por ocho largos meses. Hablaba de Sebastián Piñera y sus nexos poco santos con SQM.

¿Es idea mía o al sur del Biobío la presunción de inocencia es solo una curiosa idea progre posmoderna? ¿Por qué la inocencia que se presume de políticos y empresarios ante cualquier acusación penal en el caso mapuche brilla por su ausencia?

Permítanme decirlo: lo arbitrario de la persecución penal contra los mapuche ha adquirido ribetes de segregación racial, de verdadero apartheid judicial. Y el racismo, sépanlo, es el perfecto abono de la estupidez de unos y la violencia de otros.




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