Una recopilación de cartas, archivos oficiales y documentos inéditos de Antonio Varas otorga nuevos antecedentes respecto del debate sobre la ocupación del territorio mapuche en el siglo XIX.
Hace poco llegó a mis manos Antonio Varas. 1817-1886, libro del abogado y magister en Historia, Gonzalo Arenas Hödar. Si, el exdiputado por Malleco y actual asesor especial de asuntos indígenas del Gobierno. Se trata de la recopilación de cartas y documentos inéditos de uno de los personajes que más influyeron en el devenir de la política chilena del siglo XIX. Varas fue diputado y senador de la República, y sirvió al mismo tiempo en los gabinetes de los presidentes Manuel Bulnes, Manuel Montt y Anibal Pinto. Todo un prohombre de su tiempo.
El libro es una joya para todos los amantes de la historia. De la historia de Chile y también de la mapuche.
Pasa que uno de los archivos publicados es el Informe sobre el Territorio Araucano presentado por Varas al Congreso Nacional en tiempos en que se debatía cómo incorporar Magallanes y Wallmapu -hasta entonces independiente en ambos lados de la cordillera- a la soberania plena del Estado. Varas realizó dicho informe en su calidad de visitador judicial de plazas fronterizas y “territorios habitados por indígenas no reducidos”, mandato otorgado por la Cámara de Diputados en cumplimiento del acuerdo celebrado en la sesión del 20 de diciembre de 1848.
En su informe, fechado el 25 de septiembre de 1849, Varas marca distancia de quienes abogaban por la invasión militar a cañonazo limpio o la integración forzada de los mapuche al Estado chileno. Proponía, en cambio, avanzar en negociaciones y acuerdos con los lonkos principales, abogando por el resguardo de un estatus político diferente al resto del país, más acorde -subraya varias veces en el documento- con la realidad cultural de aquel territorio y coherente con la tradición diplomática mapuche de siglos con la corona española.
“Los territorios indígenas requieren un régimen y gobierno especial, diverso del que se observa en el resto de la República. En su gobierno interno, la independencia de las tribus es completa. Lo mismo se observa en las relaciones de las diversas tribus o parcialidades entre sí. Sus caciques los gobiernan sin tomar para nada en cuenta las autoridades de la República... ¿Debe prescindirse de este hecho y someter sus territorios al mismo régimen que el resto del Estado?”, se pregunta Varas.
“No puede procederse a decretar su régimen como si se tratase de una provincia o región cualquiera. Un régimen basado sobre lo que existe es el que conviene desarrollar. Este orden de cosas procede de muy atrás; es el resultado de prácticas establecidas durante el régimen español”, se responde a si mismo en el informe.
En su informe, fechado el 25 de septiembre de 1849, Varas marca distancia de quienes abogaban por la invasión militar a cañonazo limpio o la integración forzada de los mapuche al Estado chileno. Proponía, en cambio, avanzar en negociaciones y acuerdos con los lonkos principales.
“El indígena tiene un grande apego a sus costumbres, mucho respeto a lo que ha sido práctica entre ellos. Sujetarlos a autoridades que siempre han mirado como extrañas es despojarlos de su independencia que tanto estiman. El indígena es altanero; lo anima un espíritu de independencia e insumisión. Esa altanería la revela en su conducta con la autoridad chilena y con sus propios caciques. Es preciso domarla sin degradar su carácter”, subraya.
No fue el de Varas un ejercicio académico o meramente intelectual. Su informe, advierte a la Cámara, fue elaborado tras recorrer en diversas oportunidades la zona de Frontera y estar “en frecuente comunicación” con hombres que han vivido con los mapuche, que les han hecho la guerra o que han participado y conocen sus tradicionales formas de gobierno.
Estos mismos hombres son los que desaconsejan ante Varas el uso de la fuerza militar. “Ellos ven que la conquista sería una flagrante injusticia”, apunta. Y luego, reflexiona: “Es verdad que por la fuerza se impondría la autoridad del Estado pero a costa de muy duros sacrificios”. No se trataba de chilenizar por la fuerza a los mapuche, se trataba de respetar sus formas de gobierno para así atraerlos a la "civilización".
Curiosamente ello pasaba también por restringir su contacto con los chilenos de la Frontera, tan o más “viciosos” que los propios mapuche, reconoce Varas. “La entrada libre y franca al territorio araucano es causa de graves abusos. No es raro que les roben, les engañen, que fomenten su desconfianza y provoquen de parte de ellos agresiones que pueden ser de funestas consecuencias. Exigir pasaporte para todo chileno que se interne en sus tierras sería un buen medio preventivo”, propone.
Son muchas y variadas las observaciones que contiene el informe pero bien podrían resumirse en la siguiente frase de Varas: “Si las circunstancias de los gobernados son especiales, los medios de gobernarlos por necesidad han de ser también especiales”.
Sucede que muchos de sus informantes coincidían en un punto; los mapuche eran mucho más honestos que sus vecinos chilenos. “Entre un indígena y un chileno a quien no conozcamos bastante, damos la preferencia al indígena, me decían varios; son siempre más exactos en cumplir sus tratos. Más o menos en los mismos términos me han hablado un gran número de funcionarios de frontera. La buena fe del indígena es reconocida y sin más garantia que su palabra”, relata Varas en su informe.
Son muchas y variadas las observaciones que contiene el informe pero bien podrían resumirse en la siguiente frase de Varas: “Si las circunstancias de los gobernados son especiales, los medios de gobernarlos por necesidad han de ser también especiales”. “No conozco país alguno en que en circunstancias análogas no se haya tomado el mismo partido”, agrega el político citando los ejemplos de Estados Unidos con las tribus – las miran como independientes, comenta- y Venezuela con la Guajira. “Régimen excepcional y funcionarios especiales han aplicado ambos”, señala.
El informe da cuenta de lo antiguo de un debate hoy central en el conflicto sureño; el tipo de relación que debiera existir entre el Estado chileno y las primeras naciones, el pueblo mapuche una de ellas. ¿Debe el territorio mapuche seguir siendo tratado por el Estado como una región, provincia o comuna cualquiera? ¿Deben seguir los mapuche sin poder desarrollar -dentro del Estado- sus propias formas de gobierno, sus propias jefaturas tradicionales? Reconocimiento del otro y traspaso de competencias. En palabras simples, autonomía territorial.
Es lo que Antonio Varas propuso en 1849 al Congreso Nacional y que lamentablemente nadie escuchó. Nunca será tarde para intentarlo.
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